Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Cuántos perseveran en la oración?

Los cristianos no tienen tiempo para orar.


Cuando la iglesia primitiva comenzó a experimentar un rápido crecimiento numérico, se multiplicaron también los problemas por resolver y las necesidades por atender. Entonces, los doce apóstoles, para no ser absorbidos por esta vorágine del éxito ministerial, decidieron nombrar a siete diáconos para ocuparse del trabajo de servir mesas.  “Y nosotros persistiremos en la oración y a servir la palabra“.  (Hechos 6:4)

Es interesante, al menos para mí, ver como hoy en día en esta pretendida nueva Reforma, se hace tanto énfasis en servir la palabra (o ministrar la palabra), pero no se hace igual énfasis en perseverar en la oración, siendo que los apóstoles se entregaron en igual medida a las dos. Otras traducciones dicen: Y nosotros nos entregaremos a la oración (LBLA); Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración (NVI); Mientras, nosotros nos dedicaremos asiduamente a la oración (EUNSA) Pero nosotros daremos completa atención a la oración (Jünemann).
Si la Sola Scriptura (Sólo Escritura) no va acompañada en igual medida de la Solus Oratio (Sólo Oración) se quedará en eso, en solamente escritura.

“No podemos predicar fervientemente a nuestro pueblo a menos que oremos fervientemente por ellos.”  (Richard Baxter – libro: El Pastor Reformado)
El Señor Jesús dijo: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. (Juan 6:63 b) Puedes leer las palabras de Cristo, puedes aprenderlas de memoria, puedes enseñar y predicar con exactitud las palabras de Él, pero puedes también no tener la vida de Cristo, y esto hará que tu enseñanza y predicación sean muertas, sin impacto espiritual.

Tu púlpito sin unción será como un león embalsamado, podrá ser contemplado y admirado por muchos, pero a nadie hará temblar, solo un león vivo puede hacerlo; solo un predicador lleno de vida puede estremecer los corazones de sus oyentes.

“Y Satanás tiembla, cuando ve al santo más débil de rodillas” (William Cowper -1731-1800)

Si preguntásemos ¿qué es orar? obtendríamos algunas respuestas como: “orar es hablar con Dios“, “la oración es el arma más poderosa del creyente“, “la oración es la llave que abre todas las puertas“, “orar es acercarse al trono de Dios“, “orar es apropiarse de las promesas divinas“…Sin mencionar las nuevas definiciones de oración dadas por los predicadores de la prosperidad, que por poco enseñan que orar es darle directivas a Dios, darle permiso o hasta darle órdenes de lo que debe hacer.

Para mí la oración es sencillamente “comunión”, el deseo imperioso de estar a solas con quien amamos. ¿A quién irás? ¿con quien deseas más estar? ¿donde está tu tesoro?  Mateo 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

“¿Cómo podemos orar a Dios sin estar con Él? ¿Cómo podemos estar con Él si no pensamos en Él continuamente? ¿Y cómo podemos pensar continuamente si no hemos formado el santo hábito de hacerlo? Me dirás que siempre estoy diciendo lo mismo. Es verdad, porque éste es el mejor y más sencillo método que conozco, y no uso ningún otro. Amonesto a todos acerca de esto. Debemos saber antes de poder amar. A fin de conocer a Dios, debemos pensar frecuentemente en Él, y cuando lleguemos a amarle, entonces pensaremos en Él frecuentemente, porque nuestro corazón estará con nuestro tesoro.” (Hermano Lorenzo – libro: La Práctica de la Presencia de Dios)

¿Al estar con tus amigos, las horas se te pasan volando pero el tiempo de oración se te hace pesado?, ¿puedes conversar por horas con las personas pero ni siquiera puedes conversar una hora con Dios?, ¿tienes más entusiasmo para realizar actividades en tu iglesia que para encerrarte en tu cuarto a orar?, ¿es más fácil para ti escuchar música cristiana, participar en cultos y congresos, leer libros cristianos, tener reuniones y estudios que apartarte para estar a solas con Cristo?… si es así, déjame decirte que tienes un serio problema.

“La vida de oración es mucho más necesaria aún que edificios u organizaciones. Muchas veces se utilizan estas últimas para remplazar aquella. Las almas nacen al reino solo por medio de la oración”(libro: Azusa Street, pag.69) Si estuvieses de rodillas delante de Cristo la misma cantidad de tiempo que dedicas a debatir las doctrinas de Cristo, serías el Spurgeon o el Wesley que necesita esta generación, pero si no eres capaz de doblar tus rodillas delante de Cristo nunca podrás hacer que los demás hombres las doblen delante de Él. Si tus convicciones no te llevan a postrarte asiduamente delante del Señor ¿como pretendes convencer a otros? No puedes saber más de Cristo que lo que has aprendido estando con Él.

“la oración tomaba mucho del tiempo y fuerza de Jesús. Quien no pasa la mayoría de su tiempo orando, no puede llamarse seguidor de Jesucristo.” (R. A. Torrey – del libro: Cómo Orar)

Predicar sin orar te convertirá en un charlatán, pero una vida de oración hará que tu vida sea la predicación a la cual los hombres no puedan resistirse. 

«No vayas al estudio para preparar un sermón. Eso es pura tontería. Entra a tu estudio para ir a Dios y volverte tan ardiente que tu lengua sea como un carbón encendido que te obliga a hablar»    (C. T. Studd – misionero en China, India y Africa)

Increíblemente, somos capaces de estar todo el día hablando de Cristo, pero no somos capaces de hablar una hora con Él. Llenamos nuestra agenda con invitaciones para predicar de Cristo, y luego ponemos esa agenda como pretexto de no tener tiempo para estar a solas con Él. Si, lo admito, predicar es importante, pero orar es indispensable. ¿Te atreves a estar delante de los hombres predicando sin haber estado delante de Dios orando? 

“¿Cómo puede un hombre predicar si no ha conseguido su mensaje fresco de Dios en la cámara secreta? ¿Cómo puede predicar si no tiene su fe avivada, su visión lúcida y su corazón caldeado por su estrecha unión con Dios? ¡Ay del púlpito cuyos labios no son tocados por esta llama de la cámara secreta! Árido y sin unción será siempre y las verdades divinas nunca vendrían con poder de semejantes labios. Hasta donde los intereses verdaderos de la religión atañen, un púlpito sin una cámara secreta siempre será una cosa estéril.”   ( libro: El Predicador y la Oración – E. M. Bounds)

La oración, entonces, es la comunión íntima con nuestro Padre celestial, la impostergable necesidad de estar a solas con nuestro Amado,  el deseo presuroso de alejarnos de todo y de todos para estar con quien es nuestro Todo. A veces es hablar, a veces es callar, a veces es reír, a veces es llorar, muchas veces es caer exhausto a los pies del Señor sin poder ni hablar, ni sentir otra cosa que no sea dolor, pero es desear no estar en otra parte más que allí, a sus pies, aunque allí muramos. “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”  (Job 13:15). La oración es morir al yo, renunciar a mi voluntad para que se haga la suya “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”  (Mateo 6:10)

Si, son palabras duras de oír y de aceptar, porque comer y beber de Cristo es participar de su sacrificio, es tomar nuestra cruz y seguirle; es renunciar a ser vistos por los hombres para ser escudriñados por Dios. Es preferir estar de rodillas humillados ante el Padre que ve en lo secreto, que de pié en un púlpito admirados por los hombres que solo ven lo exterior. Orar es ¿a quién iremos?, iremos a Jesús, aunque eso signifique la Cruz. 

“Todos los obstáculos a la oración proceden de la ignorancia de las enseñanzas de Dios en su Santa Palabra respecto a la vida de santidad que ha planeado para todos sus hijos, o bien de la resistencia a consagrarnos totalmente a El. Cuando podemos decir verdaderamente a nuestro Padre: «Todo lo que soy y tengo es tuyo», entonces, y sólo entonces, Él puede decirnos: «Todo lo que es mio es tuyo».” (libro: El cristiano de rodillas, anónimo)

Oh! Señor Jesús, que para mí la oración sea buscar tu comunión, y buscar tu comunión no consista en buscar un toque de ti, sino buscarte a ti para permanecer en ti. Aunque al encontrarte a ti pierda lo mío, y al confesarte a ti me niegue al yo. Sea la respuesta sí, o a mi petición digas no, o en el difícil silencio tenga que esperar yo; ayúdame a perseverar en la oración, que aunque esperando en ti yo muera, en la resurrección  gloriosa verán mis ojos tu galardón.

Fuente: diariosdeavivamientos.wordpress.com